9.19.2006

Fragmentos / 1

"¿quién querría, en este tiempo rico en ideas, definir pedantemente las líneas de filiación de los pensamientos singulares y el derecho de propiedad de los espíritus?", dice Haym en referencia a Fichte y F.Schlegel (En El concepto de crítica de arte en el Romanticismo alemán, de W.Benjamin).

Princpios para un libremercado de facto: libre en su sentido verdadero, libre de su valor de cambio e inyectado de valor de uso superfluo; libre de su valor de especulación para liberar su valor de imantación, su valor de relación. Si no en la justa repartición del cuidado y disfrute de los bienes de nuestro mundo, sí al menos en un uso rizomático, horizontal y simbiótico debemos situar constantemente toda propiedad intelectual. Porque, de hecho, lo intelectual es siempre valor relativo del individuo, es un patrimonio múltiple de infinita incompletud. El único valor que tiene el pensamiento es el valor de diversificación, de ramaje.

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"En cuanto estado provisional, el escepticismo es la insurrección lógica; en cuanto sistema, es la anarquía. El método escéptico será por tanto, más o menos, un gobierno insurgente" - Fr. Schlegel.

Es sólo una forma de estructurar las posiciones de López Obrador, de los líderes de la APPO y de los distintos levantamientos que ejercen magnetismo social y mediático al interior de un sistema que los rechaza y los negativiza. El estado provisional ya fue pasado de largo o pronto será desbordado. No creo que las fuerzas escépticas llegarán a configurar un sistema como tal. Tal vez lo que sucederá será la prefiguración de un método escéptico, es decir, la instauración de un gobierno insurgente. La democracia no conocía aún a su némesis multilateral: a los escépticos salvajes capaces de organizarse según una lógica avanzada de desplazamientos escénicos y una multifocalidad de brotes insurreccionales. Lo que verdaderamente pone en jaque el sistema de poder mexicano (por su ineficiente capacidad de respuesta y por su oculta estructura de feudos segmentados y muchas veces en disputa) es la diversidad de alzamientos populares y la poligénesis de sus orígenes y demandas. Esto quiebra genealógicamente al poder, y los usos de la legalidad y la legitimidad ya no consiguen abarcar la soberanía popular. Esa es la encrucijada según mi interpretación. De ahí en adelante sólo está el afuera, un ejercicio sobre las zonas indeterminadas e inexploradas de nuestra realidad.
Me pregunto si debemos admirar a los líderes implosivos y absolutamente paradójicos como el que Antonin Artaud describe en el Heliogábalo o el anarquista coronado.

9.18.2006

Cadáver

(De un extraño proyecto de Cristian Cámara, escrito en servilletas de bares en M., extraigo este ejemplar para exponerlo al examen de la multitud interlectora. Corresponde a una sección llamada Ángeles, de raigambre desequilibrada y paradójica pero no por ello menos inquietante o ignífuga. Todos somos la producción insistente de ese cadáver. Su meticulosa descomposición, su hechizada matanza, su desaparición visceral.)


CADÁVER

El cadáver del ángel sobre la mesa de disección no muestra claramente la causa de la muerte, ni ningún signo de violencia, si exceptuamos los gruesos costurones que recorren toda la piel. Esta costuras podrían haber sido realizadas después de la muerte, como para recomponer pedazos mutilados, o también antes, pero el dibujo de las cicatrices, absurdo, no permite decidirse ni imaginar ningún motivo plausible.
El cadáver está dulcemente hinchado en algunos bordes, la carne tiene una tonalidad negruzca y azulada. A un lado, sobre la camilla, están dispuestos algunos instrumentos para la autopsia, mecidos en la luz de los neones.
Una araña enorme camina sobre el tórax, trepa por la barbilla, escarba con sus patas entre los labios del cadáver y con sus mandíbulas extrae la lengua negra y comienza a masticarla.
A cada lado, los espejos multiplican esta escena hasta el infinito.

Este cadáver, mientras tanto, podría no tener que renunciar a emitir algún tipo de luz: podría prenderse fuego.

-Cristian Cámara.

9.12.2006

post-post

Tengo un problema: no sé si dejar en un texto que estoy escribiendo sobre el blog como instrumento de investigación etnográfica un paréntesis metido dentro de un paréntesis en un párrafo del cuerpo principal, o hacer con ese fragmento una nota dentro de una nota en las notas al pie. Si intento lo segundo lo que voy a tener es una nota al pie con un paréntesis que requiere o de otro paréntesis en su interior o de una nota de la nota al pie. Es un desastre sinóptico mi escritura. El problema es que nunca me interesé por hacer resúmenes, síntesis o cuadros sinópticos (gran palabra). Hoy en día me resulta imposible siquiera subrayar un libro, anotar una cita que me interesa o me es útil, marcar una hoja, hacer algo más que mantener constantemente encendida y en descomposición la información procesándose en mi mente. Por eso, y por lo que he llamado en alguna carta-e “el abandono”, es por lo que he dejado de escribir en el blog este tiempo. Y desde luego también por la nota que dejó el usuario anónimo en la entrada anterior a ésta. Voy a preparar toda una argumentación post-estructuralista asentada en los fundamentos ya no de la teoría literaria sino de la metasemiótica medial contemporánea, además de una clara explicación del sentido y uso y promesa de laescriturasalvaje, para rebatir, polemizar y neutralizar la condena literaturizada que me impuso una crítica textual abstracta pero eficaz encarnada en la nota a mi entrada recientemente mentada. De hecho, esto que posteo no es sino el ejercicio irónico de producir lo que me exige el cualquier otro anónimo pero metadiscursivamente de modo que la voz, o el autor (el gran tema de Maurice Blanchot, categoría ejecutora de toda una macroesfera al interior del logos como tal, que produce no sólo la episteme sino el ethos y el onto y el eidos existenciario) que pulsa esto que lo cualquiera lee (léase ustedes) no se vea intervenido por la intervención del cualquier otro anónimo que me dice estar “condenado a hablar en la voz de los otros” simplemente copiando del “soplo” de los otros (qué artaudiano) los “versos” (¡porque se supone que yo escribo versos, y que además lo hago o debo de hacer en el blog) que yo no escribo. Adelanto que la contraargumentación cataplásmica que zanjará la cuestión tiene que ver con el montaje poético de los textos de Paul Celan y Antonin Artaud (el origen de mi entrada anterior y el motivo por el cual he sido llamado el “asfixiado tras las sílabas de muertos”), y que el golpe final viene de la mano de Walter Benjamin, de quien explico en el texto que estoy escribiendo sobre el blog como instrumento de investigación etnográfica (quien es el que de hecho me ha costado el paréntesis dentro del paréntesis intentando introducir una nota en la palabra hipertextualidad que estaba inserta en el paréntesis de un paréntesis, pero me acabo de dar cuenta de que el problema está en que de hecho, estoy utilizando un método textual para algo que debería de ser ya hipertextual y que lo que necesito es repartir los usos parentéticos y marginales con una tercera segmentación trans-interna: el hipervínculo) que es el precursor indiscutible del fenómeno antropológico literario del blog. Por supuesto, cuando lo tenga listo lo voy a incluir en un hipervínculo en este blog cuya voz y presencialidad diferida (o paralipómena textual originario) ha sido discutida en términos desagradables. Eso si no borro todo lo que acabo de escribir (Julio Cortázar hubiera cerrado este texto con una perfección brutal tal como la que demuestra en Continuidad de los parques (de lo que este post no es sino un homenaje), pero mucho me temo que nuestro mundo contemporáneo ha dejado de ser una buena escuela literaria).