1.02.2007

Escribir para cruzar el desfiladero de nuestra mirada

Escribir para cruzar el desfiladero de nuestra mirada…

Hace más o menos dos años, estas palabras se impactaron contra mí, dejándome en sus escombros intentando aprender de nuevo a pensar, a leer, a deletrear. Terminaba la carrera y encaucé mis lecturas hacia un cruce indecidible por el cual transitara la filosofía y la poesía, la escritura en un amplio/ cierto sentido. En una clase de poesía española se nos encomendó escribir la poética de un autor español en primera persona, asumiendo sus presupuestos gnoseológicos, incrustando su mirada en nuestra retina, atrayendo la vibración de su lenguaje hacia el espectro de nuestra escritura. Entonces leí a Chantal Maillard, a su posible Deleuze, a su propio Platón, su cercana Zambrano y los restos de herencia que ejercieran un magnetismo común. Vectorialmente, los diarios Filosofía en los días críticos aprehendían filosóficamente y en prosa lo que se escenifica poéticamente en Matar a Platón, según uno de los posibles ejes de aquellos libros. El pensamiento que se aboca hacia un accidente, produciendo un acontecimiento que irrumpe su sentido y lo transforma en lumbre. Algo que se queda pulsando los despojos y permanece abierto. La herida que aún se enciende según estemos atentos a su desgarro, según su colisión nos requiera o sepamos acercarla/ pertenecerla/ apropiárnosla. De una mirada, de la respiración, de una atención, nacía y tenía lugar el sentido: la realidad.

Por otro lado, encontraba que la relación de la mirada con la escritura funda la condición necesaria de ésta en el mundo. Xenitis quiere decir ‘forastero’. Para mí, que soy un extranjero en x, la escritura es un modo de persistir en una perspectiva transversal de la realidad, ejercer cada día mi derecho de paso a la diferencia. Mirar la cotidianeidad puede acostumbrarnos a una indiferencia, volatilizando lo propio, lo imprevisto, el acecho a cada instante del asombro. Sólo si esa mirada es fecundada por una inflexión, si se re-presenta ya sea escribiéndola, imaginándola, fotografiándola, etc., cobra de nuevo su sentido y su valor porque de nuevo esa mirada evalúa nuestra existencia y nos otorga a un deseo, a un sentir. Mirar y escribir, escribir y mirar, encarnizar la asfixia de una imagen, traducir el atardecer con las palabras que nacen de su ritmo y de su color y aproximarlas a donde obtienen su efímera inconsistencia/ fulgor/ azar. Transportar en la palabra una imagen recibida, atravesar el desfiladero sobre los puentes que tienden nuestras propias palabras.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

"Escribir/ para decir el grito" es gritar como los Ángeles. Su silencio d-escribe al silencio, escalofrío de plumas. Cercas su Divinidad con redes de palabras, insinúas inmortalidad, inspirado cazador. Pero se te mueren las vocales: Rsplndcs n nstnt y caes. ¡Qué bueno que no seas un Ángel! Eres humano y hermoso.

Gracias por el blog.

5:04 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Hola, mi correo es ordonezalberto@gmail.com. No se si eres el pablo que conozco pero si sí ojalá me puedas contestar ya que no he sabido nada de ti por felipe. Si no me conoces pues nadamas felicidades por tu blogg

7:36 p.m.  

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